
Representa la velocidad y es considerado como símbolo de colaboración y solidaridad.
Ambos son pulcros, precisos, organizados, decididos, honrados, alertas y objetivos.
¡¡¡FELIZ DIA
DE LA
SALUD!!!
Debería haber sospechado algo cuando empecé a ver, ya hace unos días, los escaparates de las tiendas adornados. Debería haber sospechado algo cuando me llego ese mail que decía “la primera felicitación de Navidad”. Debería haber sospechado algo cuando empecé a escuchar “Pues yo para Papa Noel quiero…”. Debería haber sospechado algo cuando me empezaron a entregar las primeras participaciones de la lotería de Navidad. Debería haber sospechado algo al ver colgar las luces navideñas por la ciudad. Debería haber sospechado algo al ver tanto anuncio de perfumes en TV. Debería haber sospechado algo cuando cuando Raphael se ofrecía voluntario a enseñarnos a cantar villancicos… Pero, sobretodo, debería haber sospechado algo cuando el viernes pude adquirir, en mi panadería preferida, el primer empanadico (sabéis que es ¿verdad? Es que en otros sitios, como “Barbate”, se llama de otra forma pero no recuerdo como) de la temporada.
Pero no… yo estaba en mi mundo particular hasta que he visto a ese “señor” colgado y me ha pillado por sorpresa.
Me horroriza pensar la que se nos viene encima. El consumo desmedido de estos días. Gente por todos los lados. Las sonrisas cordiales de aquellas personas que durante el año, si pudieran, te acuchillarían por la espalda. Esa alegría artificial que se extiende, como una plaga, a toda la población. Esos vestidos llenos de lentejuelas que adquieren las féminas…
Por favor, darme una alegría, confirmarme que este año las Navidades van a ser más cortas o, si no podéis hacer tal cosa, que alguien me preste una máquina del tiempo para poder trasladarme al 7 de enero.
¿A que viene este rollo? Sencillo. A mí me gusta el trato con el público, disfruto con él y me siento super-cómoda (aunque en alguna ocasión hayan conseguido cabrearme y que me diera de cabezazos contra la pared). En la mayoría de los trabajos que he tenido, hasta ahora, me ha tocado atender a la gente y he disfrutado haciéndolo.
Con este contrato me empecé a mosquear cuando le decía a la gente en donde me lo habían ofrecido y todos, y cada uno, me decían: “Vaya mala pata, has ido a parar al puesto más duro”. Pero yo, siempre optimista, pensaba: “¡¡Que exagerados!! No puede ser tan duro”. Pues ¿sabéis que? Que no es tan duro… si no más.
La primera fue cuando mi jefe me dijo: “Vas a hacer contracturas SI o SI”… cierto, ya empiezo a tener ciertos músculos como una piedra.
La segunda vino de la mano de un: “Ya verás que bien vas a dormir esta noche”. Ves, en esta ocasión erraron, a mí el excesivo cansancio me produce el efecto contrario… fui incapaz de dormir hasta bien entrada la madrugada.
La siguiente: “No hacemos funciones que correspondan a nuestra categoría”. Doy fe de ello, el ordenador casi ni lo olemos y el trabajo es, en su práctica totalidad, físico. Aquí se necesitan maromos de 2 por 2 y 1’90 de estatura, mínimo.
Siguieron animándome con un: “Que mala pata has tenido, tu primera semana y te toca de tardes… que son más duras”. No sé como será el trabajo por las mañanas pero puedo prometer y prometo que el de las tardes es agotador.
A esto hay que añadir que es donde más bajas, por causa del trabajo, hay; que todas están pasando por salud laboral; que todas, sin excepción, utilizan drogas legales a diario (desde el simple ibuprofeno hasta el myolastan, aunque seguro que alguna se dopa con algo más fuerte); que algunas acuden a rehabilitación, etc. etc. etc.
Así que o acabo como el “Chocheneguer” (aunque tenga que tomarme, a diario, una tortilla de myolastanes) o, directamente, acaban conmigo.
Ahora entiendo la frase, que he oído en alguna ocasión, “Yo no quiero trabajar de momento, total en el paro cobro lo mismo (o incluso más) y sin moverme de casa”
Eso si, no todo es negativo, también tiene sus cosas positivas:
1.- El uniforme que, quieras que no, es una gozada esto de no pensar que ponerte, te calzas cualquier cosa y allí te cambias.
2.- Tenemos descanso para la merienda, maaaaaaaaaare con la de años que llevaba yo sin merendar… ahora mi cuerpo me lo pide SI o SI.
3.- Y, por último, accedemos a la cafetería del personal… que los precios son de risa.
Bueno, que disfrutéis de este mega-puente que yo voy a intentar moverme lo menos posible (de la camita a un baño caliente, de un baño caliente a la camita…)