Las últimas 24 horas por estas tierras había que exprimirlas al máximo. Uno de los dueños del albergue me ha preguntado si quería que me cambiara la toalla, con toda tristeza le he tenido que decir que no hacía falta que mañana ya me iba y que me daba mucha pena, su respuesta ha sido "nosotros nos montamos el albergue para seguir en el camino" (¡¡Que majo!! Si algún día vuelvo por aquí con toda seguridad me volveré a alojar con ellos) Pronto a las calles para hacer las últimas compras: que si un número de la lotería de navidad, que si materia prima para hacerme el bocadillo de mañana, que si unos souvenirs, que si el último café. Vuelta a dejar todo en el albergue, de camino me he topado con una pareja de pulicias que estaban intentando "dialogar" con un chaval algo exaltado (he decidido no ponerme en modo cotilla y dejarles hacer su trabajo), y excursión hasta la estación, el número de pulicias se había incrementado (pero yo modo cotilla off), por aquello de va...
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¡¡¡Bonita mirada!!!