De algunos es conocido (y el resto os vais a enterar en estos instantes) mi afición a visitar cementerios. Si si, dentro de la ruta turística si se me pone por medio un cementerio… zas, ya estoy dentro. Desde los más grandes a los más chiquirritines; desde los más cuidados a los más cochambrosos… todos tienen su cosica, su “encanto” ¿Porqué esta atracción? NPI. Quizás venga de cuando la mmía mamma me arrastraba, en vísperas de todos los Santos, hasta el cementerio para que le hiciera de guardaespaldas… vaaaaaaaaaale, aunque ya os lo explique en el pasado ... os lo vuelvo a contar (para los despistados y para aquellos que lo desconocen). La mmía mamma, por no me acuerdo que historia que contaba siempre, le tenía pánico a los cementerios, le aterrorizaba la posibilidad de poderse quedar encerrada dentro o, quizás, le tenía miedo a los inquilinos. Eso sí, a pesar del miedo que tenía ya se sabe que hay que “adecentar” las tumbas y ponerlas bien “bonitas” para el “fiestón” de ...