Te Perdono Porque Te Quiero, Me Alejo Porque Me Quiero
Cada noche, al cerrar la puerta de su habitación le venía a la cabeza el recuerdo de aquella última noche.
Repasaba todo lo que había pasado intentando comprender porque había acabado todo así. No buscaba culpables sólo intentaba encajar las piezas de aquel puzzle.
Después de los días tan duros que había pasado ese momento le estaba resultando de lo más relajante, agradable y tierno. Estar abrazados, estar acariciando su cuerpo como demostración de afecto, de cariño, sin ninguna connotación sexual la terminó de enamorar de él. Estuvo a punto, un par de veces, de decirle aquellas palabras mágicas: “Te quiero”, aunque hubo algo en su interior que no se lo permitió, quizás intuía que tantos días en calma sólo podía presagiar una gran tormenta.
No se confundía, sin saber muy bien cual fue el detonante, para esta ocasión, comenzó la tormenta, la peor de todas las vividas a su lado. En ningún momento temió por su integridad física pero la intensidad verbal y sus demostraciones llegaron a unos niveles increíbles.
No podía argumentar nada en su defensa, no podía repeler esos ataques verbales sólo podía pensar “Ya he vivido algo parecido en el pasado y no quiero volverlo a vivir” y empezó a blindar poco a poco sus sentimientos.
Una pregunta vino a su cabeza: “¿Quieres que te ayude a que me hagas desaparecer de tu vida?”, se la pregunto varias veces hasta que consiguió una respuesta: “Si”.
Él estaba herido por el error que ella había cometido, se lo había repetido una y mil veces.
Ella no le diría lo que le llegaron a herir sus palabras. Como cada frase le desgarraba más que la anterior. No podrá decirle que el abrazar a alguien que aprecias no es porque se busque restregarse. No podrá decirle que si pensaba que los tíos que la conocen sólo se acercaban para intentar echarle un polvo es que no valoraba ni veía el resto de las cualidades que ella poseía. No podrá decirle que su objetivo en la vida no es buscar una polla, su objetivo es vivir, disfrutar, amar, aprender, viajar... e intentar ser feliz. No podrá decirle que si ha tenido y tiene amor en su vida. No podrá decirle… ¡¡¡hay tantas cosas que no le dirá!!! Pero, sobre todo, no podrá decirle que las palabras también hieren, que una vez pronunciadas, aunque luego se pida perdón, ya han dejado su herida.
Sonríe al recordar una frase que él le repetía “Sólo os gusta que os traten mal, cuanto peor os tratan más enganchadas estáis de ellos”… resulta que iba a tener razón si no… ¿Cómo se entendía que estuviera enamorada hasta las trancas de él?
Comentarios
;-)
:_(
Cómo me haces de sufrir!!
Menos mal que te adoro!!
Besucos!!
Ya no te quiero ni te ajunto!!
Como a mí me duele la cabeza (aunque no sea por resaca)... dejaré el analisis de tu cita hasta mañana (que con las neuronas despejadas pensaré mejor)
Siempre me pregunté como soñaran los ciegos...
Saludo