Descubriendo
Ira-odio-rencor, sentimientos que no
recordaba haber tenido
Ira-odio-rencor, sentimientos que él
le mostró.
No sabía manejarlos, no quería
sentirlos, no le permitían ordenar sus ideas ni seguir sus rutinas
pero debía experimentarlos, debía aprender a introducirlos en su
vida y convivir con ellos.
No le había molestado el hecho
cometido, no le había molestado el descubrirlo. Le enfureció el
cinismo* con el que negó todo. ¿No se daba cuenta que las pruebas lo
mostraban con las ropas ensangrentadas, un cuchillo en la mano y
sobre la víctima mientras le clavaba el cuchillo? ¿no se daba
cuenta que no era creíble que había sido culpa de la victima (que
se tiro encima del cuchillo para clavárselo... asins 30 veces
seguidas, como en el chiste)?
Todas las piezas del puzzle encajaban
en ese instante a la perfección. Todas esas acusaciones eran
productos de sus actos volcados en ella, debió pensar que las culpas
compartidas (al igual que las penas) eran menos culpas. Se cree el
ladrón que todos son de su condición, es la frase que le venía una
y otra vez a la cabeza.
Ira-odio-rencor, sentimientos que
únicamente necesitaban un “Ups, me has pillado” para que se
esfumaran por completo
*Cinismo: Desvergüenza en el
mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas
vituperables. (www.rae.es)