Coleccionables

Cuando veo esos anuncios de coleccionables (zapatos en miniatura, dedales, instrumentos musicales, coches antiguos…. Amos, que un día van a sacar la colección de kakitas pinchadas en un palo) suelo pensar “¿pero hay gente que se haga estas colecciones? ¿pero, todavía, existe gente que colecciona algo?...” y respiro aliviada de no coleccionar nada.
Respiraba aliviada hasta, el otro día, que me di cuenta que llevo años haciéndome una colección, sin haberme dado cuenta. Resulta que colecciono contratos, los tengo de todo tipo y color, todos bien ordenaditos (por orden cronológico inverso) en su carpetita, que ya empieza a estar abultada.
Respiraba aliviada hasta, el otro día, que me di cuenta que llevo años haciéndome una colección, sin haberme dado cuenta. Resulta que colecciono contratos, los tengo de todo tipo y color, todos bien ordenaditos (por orden cronológico inverso) en su carpetita, que ya empieza a estar abultada.

Todos, y cada uno de ellos, tienen su historia. A todos, y cada uno de ellos, les tengo cariño por algún motivo en especial aunque siempre están los niños mimados (a esos que les tienes más cariño que al resto)
Al que más cariño le tengo es a ese primer contrato que me introdujo en este sub-mundo en el que me encuentro. Yo estaba en mi etapa de cursillista, más concretamente estaba haciendo un curso del IAM (por aquello de tener un papel en el que dijera “DINA sabe hacer lo que lleva años haciendo”). Era un curso de 300 horas (del que ya llevábamos hechas la mitad) que resultaba infumable y en el que no estaba aprendiendo ABSOLUTAMENTE NADA. Cuando recibí esa llamada… esa llamada que me ofrecía el poder huir de aquello en lo que me había metido yo solita. Fue un contrato de sólo 6 meses en una empresa por la que TODOS tenemos que pasar (todos los años) y que acojona un poquitillo. Creo que esos 6 meses (en los que tuve que trabajar como una burra y con unas reglas muy estrictas) fueron los mejores de toda mi vida laboral.
También hay otro al que le tengo “cariño” (más que cariño es que me trae recuerdos). La llamada, en la que me lo ofrecían, llego unos días después de la muerte de mi padre, así que fue como una pequeña vía de escape a todo lo que estábamos viviendo durante esos días.
Hubo otro contrato que también me sirvió para escapar. Yo andaba con mi cabeza recién cosida y mi, por aquel entonces, pareja estaba recién salida del hospital (ya sabemos todas lo quejicas que son los hombres y… 24 horas al día durante un mes podría haber acabado con mi salud física y mental) así que cuando recibí esa llamada que me decía: “Nos han dicho en XXX que acabas de entrar en el paro y te han recomendado para el puesto ¿No estarías interesada en venir a trabajar con nosotros?”. Jooooo, no me lo pensé dos veces… allí que me fui con todo mi cuerpo dolorido y mis puntos recién estrenados.
Pero el contrato más curioso que tengo es uno de “4 meses y 20 días”. ¿Por qué de esa duración? Eso me gustaría saber a mí ya que, por más vueltas que le he dado, no encuentro ninguna explicación lógica… puedo entender los 4 meses pero ¿y los 20 días?. Esto quedará como un misterio sin resolver.
Existen muchos más contratos pero esos ya quedan para mi intimidad más intima.
Lo que tienen en común, la mayoría de ellos, son las vacaciones, esas vacaciones fin de contrato que me tengo que coger, si o si, en épocas en las que ni Cristo tiene vacaciones. Así que me vuelvo a encontrar en ese periodo de vacaciones voluntario-forzosas, aunque en esta ocasión las necesito de verdad. No sé si me perderé, unos días, por esos mundos de Dios, pero lo que si que tengo claro es que necesito desconectar de TODO, hacerme un pequeño (o un gran) RESET antes de volver a afrontar una nueva etapa.

Pues eso, que en los próximos días no sé si estaré o no estaré, si subiré o bajaré, si entraré o no entraré… según sople el viento veremos que hago.
Comentarios
Todo tiene su "qué" y su "por qué", eso me lo ha dicho y demostrado muchas veces una persona muy cercana.
Hagas lo que hagas procura desconectar ;)
Muchas veces viene bien salir de la rueda laboral, aunque sea a la fuerza. En esas circunstancias acaban volviendo las ganas de trabajar aunque parezca mentira.
(chula que es una, oiga)
Felices vacaciones forzosas, hagas lo que hagas.
Besos, guapa!
Pero hagas lo que hagas, disfruta de tu tiempo libre y reseteate.
Chuck, no hay que deshacerse de las cartas de amor nunca, hombrepordios, que con el tiempo hace mucha gracia volverlas a releer.
Si las necesitas te cedo las mías (por aquello de que no las voy a poder aprovechar)
Otra vez más (y con esta ya van... no recuerdo, he perdido la cuenta) no he sido yo la que ha elegido mi destino de vacaciones pero eso ya os lo contaré.
Xinet, interesante colección, además corre el rumor de que esa colección no acaba nunca jamás.
Chuk, por el tiempo que llevo apuntada en lista de espera creo que esta a puntico de tocarme... ya te avisaré para la celebración.