En La Oficina (II)
"¿Me habría dejado alguna pista olvidada?
¿Habrías descubierto a la misteriosa acompañante?
¿Qué pasaría el lunes?
¿Tendrías un buen recuerdo?
¿Cometerías alguna indiscreción?... "
Sólo podía esperar que el tiempo pasara, era exasperante ver lo lentas que corrían las manecillas del reloj.
Nunca me había costado tan poco levantarme un lunes, parecía que había pulsado el botón de avance rápido y, antes de que me diera cuenta, ya estaba en la oficina. La curiosidad me reconcomía por dentro, quería ver tu cara al entrar, ¿qué expresión se reflejaría en ella?
El brillo de tus ojos no dejaba lugar a dudas, habías venido dispuesto a averiguar el nombre de tu amante furtiva. Me pareció divertida la situación, íbamos a jugar al ratón y al gato, ¿quién sería el ganador?
Por el rabillo del ojo, vi como nos ibas observando a todas, supongo que intentando visualizar ese cuerpo que habías acariciado, intentando encontrar aquellos labios que te habían besado, intentando descubrir aquellas manos que recorrieron tu piel. La situación me parecía divertida y, como un acto reflejo, se me dibujo una sonrisa en la cara.

Fueron pasando las horas y cada vez estabas más inquieto, supongo que te hubiera gustado preguntar pero ¿qué ibas a preguntar?: "¿Fuiste tú quien me hizo el amor el viernes en mi despacho?"... en el caso de no acertar no hubiera quedado bien.
A la hora del café estabas más comunicativo de lo habitual, todas lo comentamos, preguntando que tal nos había ido nuestro fin de semana, por nuestros trabajos, interesado en saber que habíamos hecho. Las respuestas no te ayudaron mucho… no te lo podía poner tan sencillo.
Tu curiosidad no fue disminuyendo conforme pasaban los días, se te veía decidido a averiguar quien se encontraba tras ese recuerdo. Este juego me estaba gustando más de lo que había imaginado, no quería que sufrieras más de lo necesario pero… me lo estaba pasando ¡¡tan bien!!
Por mi mente paso una maldad… “No, no lo hagas”, pensé, pero me resultaba tan atractiva la idea que no podía dejarla pasar. Sólo debía encontrar el momento oportuno… después te contaría toda la verdad, me prometí.
La ocasión se me sirvió en bandeja de plata, se organizó una cena improvisada a la que acudirían casi todos, ese sería el momento.
Aproveché una pequeña salida tuya para colarme en tu despacho y dejarte una nota que decía:
“¿Quieres saber quien soy?
Esta noche quizás
puedas averiguarlo
Besos”
Comentarios
Quieres trabajar conmigo?
Pitufa, poco mas puedo decir
Y después de buscar he encontrado la primera parte
Joé joé
Hombre esto no se hace... que no...
¿que calor hace, no?
Si tienes calor... yo miraría el termostato de la calefacción, quizás este demasiado alto ¿no? jajaja