Dominación
Cuando
se las mostraron inmediatamente pensó en él… no tenía dudas: ¡¡las compraría!!
Al
llegar a casa tiempo le falto para ponerse en contacto: una foto sugerente
junto a una invitación para estrenarlo… y el deseo de que él aceptara la
proposición.
Saco de nuevo la
caja del armario, extendió su contenido sobre la cama y comenzó a
imaginar todo aquello que le gustaría que sucediera.
No podía
explicar el porque ese objeto sólo era capaz de asociarlo a una única persona, únicamente
con él podría utilizarlo… si no era con él jamás podría usarlas.
Podía
ser un juego peligroso pero ese flirteo con la dominación la excitaba; no sólo
disfrutaba del momento del juego, lo comenzaba a disfrutar mientras lo
imaginaba y cada vez que lo revivía… el respingo de aquel primer cachete, la
excitación de tener los ojos vendados sin poder adivinar las intenciones, como
sufrían con aquella pequeña fusta que adquirieron… como coqueteaban con la
sensación placer-dolor y esa fina línea que los separaba...
Esto
sería un paso más allá pero de los dos ¿quién sería el primero en dejarse atar?
pensó para si que, si él lo permitía, ella quería ser la primera en ser atada,
la primera en ponerse en manos de la otra persona y de todo aquello que le
quisiera hacer.
Cerró
los ojos y comenzó a planearlo. Cuando él llegara lo haría pasar sin perdida de
tiempo al dormitorio, sobre la cama tendría preparadas las esposas junto con
todos aquello que pudieran necesitar.
Él
cubriría sus ojos, de modo que en ningún momento pudiera ver cual sería lo
siguiente que le hiciera. Le quitaría la poca ropa que llevaba puesta, dejando
al descubierto todo su cuerpo y comenzaría a ajustar las esposas a sus muñecas
y tobillos.
Las
ventosas permitían muchas posibilidades: podría inmovilizarla en la puerta del
balcón (para que la pudieran ver), podría inmovilizar las manos y los pies
entre si, podría unir cada mano con su pie correspondiente, podría fijar las
manos al cabecero, la podría inmovilizar en la ducha… las posibilidades eran
casi infinitas, cada combinación le hacía imaginar todo lo que podría suceder,
todas las formas en las que podría “utilizar” su cuerpo para el placer…
De
pronto se sorprendió jadeando… su imaginación la había llevado casi al orgasmo…
pensó en terminar el trabajito pero no… prefirió no hacerlo, esperaría un poco
más, así la “sesión” sería más intensa…
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