Fue verla y caer rendida a sus pies. Me habían hablado de ella, me habían contado cosicas.. pero yo erré que erré, como buena aragonesa, que no y que no y que no. El día que tuvimos nuestro primer encuentro supe, con toda seguridad, que no la podía dejar escapar, que estaría junto a mí siempre. Cuando la vi entrar por la puerta de mi casa, para quedarse junto a mí, me emocioné. Los días siguientes no podía dejar de mirarla, de tocarla... Era mía y sólo mía y yo era suya y jamás estaría con otra. Ya lo dice el refrán: "Ponga una secadora en su vida, jamás se arrepentirá" Tenemos nuestros mas y nuestros menos, así es la convivencia. Un día, al abrirla, había una enorme bola de... ¿pelos?... "¡¡¡Ay, Dios!!! ¿no se me habrá colado el gato dentro de la secadora?", pensé yo... Peeeeeeeeeeeeeeeeeeero que bruta... si yo no tengo gato... el pequeño "accidente" lo sufrió un jersey... un precioso jersey de pelo que se convirtió en un vulgar jersey. Otro día, un maxi-...