Hiperactividad



Todos los mortales suelen emplear sus periodos vacacionales para descansar, relajarse, hacer actividades lúdicas, leer, viajar, etc. etc. etc. Todos los mortales menos yo, tan pronto escucho las palabras mágicas “Días de vacaciones” y me entra una hiperactividad que no puedo con el alma.

Podría canalizar toda esta hiperactividad en temas lúdicos... pues NO, una es más chula que un ocho y cuando tiene vacaciones, en el curro, se busca otros trabajos. Que yo recuerde los últimos años he dedicado mis periodos vacacionales a:

- Hacer un programa informático que gestionara una base de datos. Así, de primeras, suena a sencillo y si, si yo fuera informática, seguro que hubiera sido coser y cantar, pero como mi oficio es tramitar expedientes pues que resulto bastante costoso finalizar el proyecto. Eso sí, al final conseguí mi objetivo y una gran satisfacción personal.
- Quitar el estucado de diversas habitaciones de mi casa. Supongo que poquita gente se suele dedicar a hacer estas labores (siempre resulta más cómodo que las realice un “pofesional”). Pues una, que no se le pone nada por delante, se lo hizo ella solita... resultaba bastante chocante ver una muñequita de nieve andando por casa en pleno mes de agosto.
- Pintar. Si, ya sé que la mayoría de los mortales ha hecho de pintor de brocha gorda alguna vez en su vida y que no es tan difícil... salvo que se te ocurra hacer combinaciones de varios colores en las diferentes paredes y esquinas de la habitación (las brochas tienen la mala costumbre de no saber hacer las líneas rectas).
- Jugar con el taladro. Era uno de mis grandes miedos. ¿Utilizar el taladro? ¿Quién? ¿Yo?. Me había negado a ello hasta que... tuve que colgar unas cortinas... puedo prometer y prometo que busque un montón de soluciones alternativas para evitar su uso y... al final, tuve que rendirme a la evidencia SÓLO se podía colgar utilizando el dichoso aparatito. La cuestión, después de lograr colgar con éxito mis cortinas se me ocurrieron un montón de agujeros más que podía hacer para colgar diversas cosas y casi conseguí que mi casa pareciera un colador.
- Jugar a electricista. He de reconocer que ha sido por obligación (a mi hiperactividad le ha dado, entre otras cosas, por la limpieza... pero tuve daños colaterales y un interruptor falleció). Mi miedo a la electricidad es atroz... pero como a la fuerza ahorcan... pues que me he cambiado ya unos cuantos interruptores y enchufes, no he dejado a medio vecindario sin electricidad y, además, funcionan a la perfección.

Ahora ya me estoy mirando de reojo las cuerdas de las persianas (que digo yo que no serán muy difíciles de cambiarlas) y a un radiador que gotea (que me da en la nariz que éste va a ser más complicado) y como me sigan poniendo “ojitos” creo que tendremos algún romance antes de que se me acabe mi periodo vacacional.

¿Tengo razón o no cuando digo que no se me deben dar vacaciones?

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