Día 10. Etapa 9. Llueve mucho en Galicia

 Cuando llegue al albergue ayer no había nadie en recepción y mirando mirando me llamó la atención el cartel de "espacio seguro para las mujeres", ¡¡mira que bien!! podremos dormir a calzón quitado. Ostitu, de repente apareció el dueño, un tipo peculiar con aspecto de asesino en serie, que no sabía yo si echarme a correr o arriesgarme a que me quitarán un riñón en medio de la noche. Para remate fui la primera que llegó, lo que no ayudo nada para estar en modo zen.

Para no perder la costumbre, era la única española en la habitación :(

Ya se acercaba la hora de ir a dormir y, de la nada, entro el dueño para cerrarnos la persiana. Las cuatro que estábamos en ese momento en la habitación nos quedamos boquiabiertas y ojiplaticas, podríamos haber estado en modo NO VISIBLE y se la sudo.

A las de dormir una de las alemanas abrió la ventana para tener bien ventilada la habitación, vale a mí me había preguntado y le había dado el ok pero¿y el resto? ¿No importaba que les parecía?. Antes de las 6:30 am la otra alemana decidió que ya iba siendo hora de levantarse y nos encendió la luz, por educación (y porque no me hubiera entendido lo que le dijera) nadie nos hemos quejado. 

Ahora acabo de descubrir horrorizada que también ¡¡están en este albergue!!  Di, que si se llena, somos 16 personas más para amortinarnos.

Ya había terminado de desayunar y me iba a disponer a comenzar el día cuando... ¡¡OH, QUE ESCUCHO!! ¡¡ESTÁN HABLANDO ESPAÑOL!! No me he podido resistir por lo que he entablado conversación con ellos, hemos comentado los pocos españoles que éramos y lo que se agradecía poder charrar un rato. Espero volver a encontrármelos.

El resto de la jornada bien, sin contratiempos con ellos paisajes preciosos y llegando a Sarria mucho antes de lo que había calculando. Por contra, hace un calor que lo flipas, casi me deshago por el camino. Para que luego digan que en Galicia está todo el día lloviendo.



Había decidido que le iba a hacer caso a Ivan, la peregrina de Arizona, e iba a usar la ropa varios días aunque oliera a tigre pero ¡¡con este calor!!... Que he hecho la colada.

La anecdotita del día: estaba esperando en el malecón que se quedara libre una mesa para echarme una bien merecida cervecita y algo que comer cuando han aparecido tres andaluzas, que llevaban la misma intención. Han detectado la mesa que iba a ser para mi y, en ese momento, han sido conscientes que si me la daban a mí ellas no podrían disfruta de una cervecita a la fresca. Mientras una entraba dentro del local otra me ha preguntado ¿Vienes sola?, ante mi afirmación la que ha entrado me ha dicho, en plan bien rollo de colegas, "ah, y pues allí dentro tienes una mesa para uno"... cricri cricri... "No os preocupéis, el camarero ya me ha dicho que en cuanto se vayan me sienta en esa mesa de allí". Antes de todo eso incluso había pensado en decirles que si querían no me importaba compartir mesa pero así no.

Continuará...

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