Día 8. Etapa 7. Otro gallo te cantaría

Después de todos estos días hoy ha sido la primera vez que he oído al gallo cantar y no a uno ni dos... Si no que han sido tres los que me han ido dando los buenos días conforme avanzaba.
Hoy, voluntariamente, me he tirado al camino con todo muy muy oscuro y sin poder parasitar con ningún grupo (los que se alojaban en mi albergue ya se habían ido y los que venían del comienzo de la etapa les quedaban horas por llegar). Así que me he hecho la valiente, me he puesto mi frontal y he empezado a caminar, sin querer pensar en su me podía salir un lobo, un oso o... un hombrelobo, pero es que tenía que llegar pronto para coger sitio en el albergue (que eso de dormir en la puta calle no me apetece un pimiento morrón)
Conforme ha ido avanzando la etapa cada vez me he alegrado más de las decisiones que tomé (dividir la etapa en dos y enviar la mochila en taxi) 
Poquito a poco me he ido acercando a mi destino final y he llegado a tiempo de... tener que esperar un par de horas a que abrieran el albergue. Por lo menos ha llegado otro español con el que hemos estado charrando y la espera se ha hecho más llevadera (nota mental: la próxima vez que lo vea le tengo que preguntar su nombre)
Entre unas cosas y otras como que se ha hecho la hora de comer y a ello me he ido. He de confesar que la espera hasta que me han servido la comida (que ha sido muuuy larga) ha sido muy productiva: 
- dicen que en el camino se liga mucho y he podido comprobarlo. En la mesa de al lado tenía a un madurito que había ligado con una jovenzana y el amigo de este. El madurito no se las había visto en una así antes, la chica era un bomboncito rubio con ojos azules...
,- en otra mesa había otro madurito, muuuucho más madurito, que cuando ha terminado de comer se ha echado a la bolsillos las dos rebanadas de pan que les habían sobrado (se ve que pasó mucho hambre de pequeño) 
Ahora ya solo queda hacer hora hasta la misa del peregrino. Ya, yo no soy mucho de misas pero es que me la recetó ayer mi hospitalero y hay que hacerle caso (además le prometí que si conseguía alojamiento le pondría una vela y las promesas hay que cumplirlas)
La anecdotita del día: me han dado alojamiento de señora mayor. Cuando he llegado a la habitación he pensado que estaba muy chulo el albergue, que no había literas. Cuando ha pasado rato y he visto que mi nuevo amigüito no ocupaba la cama de al lado me he extrañado... Resulta que también hay ¡¡¡habitaciones con literas!!! y a mí me han puesto en la habitación de los que peinan canas, que no me quejo, que está muy bien dormir en planta baja, pero ya casi le había cogido gustito a las literas. 



Continuará...

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