Día 7. Etapa 6. Lo confieso

 Padre, me quiero confesar. No he contado toda la verdad (no he mentido simplemente he omitido) y eso no está bien. Ayer tuve un momento de flaqueza, el cuerpo se puso en mi contra y a pesar de ser una etapa sencilla los últimos kilómetros fueron duros, muuuy duros. Durante gran parte de la tarde/noche me estuve diciendo "pero tú, ¿Que necesidad tienes de meterte en estos charcos? No ves que te duelen hasta los pies del vecino del cuarto. Más te valdría hacer mañana el petate y tirar para tu casa".

Como tengo esta manía de que me gusta acabar lo que empiezo estuve mirando soluciones: 

1. La siguiente etapa es la más dura de todas. Solución: la hago en 2 etapas. 

2. Puedo enviar la mochila al siguiente albergue y hacer la etapa con una mini mochila. Solución: como fragmente la etapa la mochila se ha venido conmigo. 

Así que aquí sigo, que ya me queda poco para llegar (si si, ¡¡poco dice!!, anda que...).

He de decir que estos peregrinos están grillaos: no hay Dios (ni Santiago) que los retenga en la cama, se tiran a las calles antes de que las hayan puesto, creo que son los encargados de encender las máquinas de café de los bares y de poner las flechas del camino... Vamos, que yo soy la que todos los días es la última en levantarse de la habitación y os aseguro que ningún día se me han hecho las 6:30 am en la cama.

Parece que ya he cogido habilidad en esto de prepararme para empezar a andar porque hoy me he lucido. Después de desayunar, esperar a que mi intestino decidiera vaciarse (a que ha quedado fino sin que fuera necesario decir que he "cagao"), he preparado la mochila y recogido la litera, me he metido en un bar a tomar guan cofi y hasta me ha saludado muy efusiva una china/japonesa (que yo creo que me ha confundido con otra persona porque no me sonaba de na)... pues aún así ya estaba camina que caminara sin que se viera ni para echar un pecao (di que me ha servido para que el frontal pudiera ver algo de mundo). Como andar de noche me da un poco de yuyu, me he puesto al rebufo de la china/japonesa que me ha saludado tan efusivamente y allí me he quedado hasta que ha conseguido darme esquinazo, en mi defensa diré que ella iba muy ágil pero porque todo el peso que llevaba a cuestas consistía en unos bastones y el chubasquero (así cualquiera puede coger edad velocidades) 

Cuando las tripas ya me empezaban a roñar ¡¡ha aparecido el primer bar!!. Allí me he juntado con los que me dieron la idea de coger el taxi el día de la borrasca, así que ha sido un almuerzo entretenido. También han aparecido mis amigüitos y nos hemos alegrado mucho, hasta nos vemos dado un par de besos, como si no nos hubiéramos visto en las últimas 24 horas. 

Y así, chino chano, he llegado a mi albergue... Para mí gusto muy pronto, demasiado pronto, faltaba todavía media hora para que abrieran. Por lo que he podido elegir litera, estrenar las duchas y lavar y tender la ropa mientras todavía hacía sol. 

A la hora de comer he decidido que me iba a dar un homenaje, que me lo merecía ¡¡Que coño!!

Aquí mi homenaje


Y ya que estábamos pues también postre (ya disculpareis que está empezado pero es que estaba tan bien presentado que no me he podido resistir)


Y la cosa no queda aquí que con la cuenta me ha llegado esto (aunque ya me lo reservo para otro momento, que si no vomito) 

La anecdotita del día. Como he sido la primera en llegar mi hospitalero me ha preguntado cuál era mi plan para mañana, le he contado que me quedaba en el pueblo de antes de final de etapa porque en el otro estaba todo ocupado. Pues que me ha convencido de que llegue hasta el final, me ha asegurado que tendré cama en el albergue municipal y que si no es así que lo llame que vendrá a buscarme para llevarme a donde sea... Este no sabe que soy capaz de llamarlo, hombrepordios, como que me llamo Dina.

Continuará...



Comentarios

Beatriz MissPotingues ha dicho que…
Y él capaz de ir a buscarte, que los gallegos son muy generosos. Ese homenaje, qué pinta!!

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